Ángeles malos o buenos,
que no sé, te arrojaron en mi alma.
Sola, sin muebles y sin alcobas,
deshabitada.
De rondón, el viento hiere
las paredes, las más finas, vítreas láminas.
Humedad. Cadenas. Gritos, Ráfagas.
Te pregunto:
¿cuándo abandonas la casa, dime,
qué ángeles malos, crueles,
quieren de nuevo alquilarla?
Dímelo.
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